jueves, 20 de septiembre de 2012

tema 11 psi social


TEMA 11 EL ESTUDIO PSICOSOCIAL DEL PREJUICIO

ALGUNAS CLAVES SOBRE EL PREJUICIO DESDE LA PERSPECTIVA PSICOSOCIAL.

El estudio más extendido del prejuicio tiene una serie de aspectos definitorios que otorgan una especial relevancia al análisis psicosocial de este fenómeno. El primero de ellos es su orientación social: se trata de un fenómeno que se origina en los procesos grupales, y que está inevitablemente unido al contexto de las relaciones entre grupos ya que:
  • va dirigido a grupos
  • tiene una orientación socialmente compartida, y
  • al dirigirse de unos grupos a otros, tiene una naturaleza claramente intergrupal.
El segundo aspecto es que suele centrarse en los juicios previos negativos o desfavorables, varía en función de la sociabilidad y competencia percibida de los grupos, dando lugar a formas de prejuicio diferentes: paternalista, despectivo o envidioso. La consideración del prejuicio como actitud negativa ha sido muy común. Allport lo concibe como “una antipatía u hostilidad basada en una generalización defectuosa o inflexible”, o Ashmore, que define el prejuicio como una “ actitud negativa hacia un grupo definido socialmente y hacia cualquier persona percibida como miembro de ese grupo”.

EVOLUCIÓN Y TENDENCIAS EN EL ESTUDIO PSICOSOCIAL DEL PREJUICIO RACIAL: TRES CORRIENTES

Como señala Dovido, “la naturaleza y expresión del prejuicio y el racismo dependen de diversos procesos dinámicos”. Propone que es posible identificar tres “corrientes” en el análisis psicosocial del prejuicio racial, que reflejan las diferentes asunciones y paradigmas que han imperado a lo largo de los años.
La primera investigación entre 1920 y 1950, representa el prejuicio como una psicopatología, una aberración peligrosa del pensamiento normal. En 1950 el prejuicio era considerado un tipo de “cáncer social”.
La segunda corriente de 1950 a 1990, comienza con una asunción opuesta: el prejuicio está basado en procesos normales, no en procesos anormales. Así, surgen en los años 70 dos importantes aproximaciones. Por una parte, a un nivel macro, la de la teoría de la identidad social, que ponía de manifiesto el importante papel que desempeñan la categorización, la identidad social y la personal en los procesos subyacentes al prejuicio.
En la segunda aproximación de esta segunda corriente, a un nivel más micro, el desarrollo de nuevas teorías e instrumentos en la investigación sobre cognición social enfatizaban la normalidad del prejuicio. En esta etapa la cuestión clave es ¿ quién no es prejuicioso realmente? En este periodo surgen teorías basadas en sesgos sutiles y no intencionados, como el racismo simbólico o el racismo aversivo, entre otras.
La tercera corriente en la investigación del prejuicio, que comienza a mediados de la década de 1990 y caracteriza la mayor parte de la investigación actual, enfatiza los aspectos multidimensionales del prejuicio y se beneficia de nuevas técnicas para estudiar procesos que antes ya se habían identificado pero no se podían medir, permite el desarrollo de aproximaciones dirigidas a combatir las formas sutiles de prejuicio.
De este modo, ahora se comprenden mejor las consecuencias de la estigmatización como más dinámicas y complejas, y se investiga ampliamente cómo los grupos objeto de prejuicios se adaptan y afrontan la estigmatización.

ENFOQUES Y CONCEPCIONES EN EL ESTUDIO DEL PREJUICIO DESDE LA PSICOLOGÍA SOCIAL




En esta línea se sitúa la conocida “teoría de la personalidad autoritaria”, según esta teoría, los niños que habían sido objeto de una educación severa y conforme a los códigos morales convencionales experimentaban sentimientos hostiles y agresividad hacia sus padres que desplazaban hacia personas que consideraban más débiles o inferiores. De este modo, estas condiciones familiares crean un tipo de personalidad caracterizada por una excesiva deferencia o admiración hacia los grupos minoritarios o de menor estatus, que se convierten en “chivos expiatorios” sobre los que descargar sus frustraciones.
Una extensión de esta teoría es la del “dogmatismo”, según la cual las características anteriores no son exclusivas de la política de derechas sino que también podemos encontrarla en la extrema izquierda.
El “modelo dual de procesos grupales sobre diferencias individuales en prejuicio”, concibe la personalidad prejuiciosa autoritaria como un fenómeno intragrupal que implica el rechazo de personas percibidas como “desviadas” que amenazan la permanencia o legitimidad de las normas sociales.
En general, los enfoques más utilizados en el análisis de este fenómeno han sido las concepciones del prejuicio como actitud negativa y como conflicto intragrupal.
Respecto a la consideración del prejuicio como actitud, las definiciones clásicas del prejuicio coinciden en conceptualizarlo como una actitud negativa hacia un determinado grupo social o hacia sus miembros por el hecho de pertenecer a ese grupo. Si aplicamos las principales características utilizadas para definir las actitudes al ámbito del prejuicio, podemos considerar los siguientes aspectos clave en éste fenómeno:
  • se trata de un juicio que implica una evaluación cargada afectiva y negativamente.
  • En el que el objeto actitudinal son uno o varios exogrupos y sus miembros
  • es un fenómeno relativamente estable y duradero en el tiempo
  • la actitud prejuiciosa, una vez formada, influirá, mediará y guiará el comportamiento del individuo hacia los miembros de los exogrupos.
El prejuicio, como cualquier actitud, estaría formado por tres componentes:
el componente afectivo: se define por los sentimientos, estados de ánimo y reacciones emocionales que experimentan las personas en relación con los objetos de actitud.
El componente cognitivo: se define por la información o el conocimiento que las personas creen que tienen sobre los objetos actitudinales, es decir, por las creencias. Este componente se denomina estereotipo.
El componente conativo o conductual: hace referencia a la intención de conducta o a las acciones que las personas llevan a cabo en relación con el objeto actitudinal. Este componente ha sido denominado discriminación, y se define como “cualquier conducta que niega a los individuos o grupos de personas una igualdad de tratamiento”. No puede establecerse una relación causa-efecto generalizada entre los tres componentes de las actitudes prejuiciosas.

MODELOS CONTEMPORÁNEOS EN EL ESTUDIO DEL PREJUICIO

Actualmente, en las sociedades occidentales casi nadie reconoce abiertamente ser prejuicioso o rechazar a otros grupos. ¿ significa esto que el prejuicio ha desaparecido? La respuesta es negativa. El prejuicio sigue estando presente. Lo que ocurre es que ahora se valoran ideales democráticos, igualitarios y tolerantes, y se rechazan e inhibe la expresión abierta de actitudes y/o comportamientos discriminatorios en función del sexo, la etnia, la cultura o la religión. Sin embargo, ello no impide que las personas discriminen de forma más sutil e indirecta, o que mantengan sentimientos y estereotipos negativos hacia determinados grupos. Es decir, el prejuicio directo, abierto y manifiesto ha sido sustituido por nuevas formas de prejuicio más encubiertas.
EL PREJUICIO RACIAL
Racismo aversivo
Se basa en el conflicto existente entre la negación por parte de los blancos de ser prejuiciosos y los sentimientos y creencias negativas inconscientes que mantienen hacia los afroamericanos, transmitidos de generación en generación y potenciadas institucionalmente durante muchos años. Estos sentimientos negativos no reflejan una hostilidad manifiesta hacia los negros, sino que incluyen una cierta incomodidad, inseguridad e incluso miedo. Realmente, el racista aversivo muestra un favoritismo endogrupal más que un rechazo exogrupal, lo que es más difícil de reconocer y menos amenazante para su autoconcepto de persona no prejuiciosa. Como la discriminación ocurre en forma de favoritismo endogrupal, es también bastante difícil de abordar legalmente, porque es sutil y no se capta fácilmente. En el marco del racismo aversivo la situación es un factor crítico que afecta a la expresión se sesgos raciales. Éstas serían sus principales características:
  • defienden un tratamiento igualitario y justo
  • a pesar de sus buenas intenciones conscientes, inconscientemente experimentan incomodidad hacia los negros, por lo que intentan evitar contactos interraciales.
  • Cuando el contacto es inevitable, experimentan ansiedad e incomodidad, por lo que tratan de retirarse de la situación en cuanto les es posible.
  • Su incomodidad se debe a la preocupación por comportarse de forma inapropiada y prejuiciosa, se adhieren estrictamente a reglas y códigos de conducta establecidos en las situaciones interraciales que no pueden evitar.
  • De forma consciente tratarán de no discriminar.
El perfil del racista aversivo se corresponde con una persona progresista, que mantiene abiertamente creencias no prejuiciosas, con buenas intenciones hacia las minorías, pero que inconscientemente expresa sentimientos negativos de una manera indirecta, sutil y justificable. En resumen, puede decirse que tanto los “conservadores” como los “liberales” discriminan pero de forma diferente.
Dovidio y Gaertner sugieren diferentes estrategias para combatir el racismo aversivo. En general, ponen de manifiesto que hacer que las personas sean conscientes de su prejuicio es un método muy eficaz para reducirlo en quienes defienden explícitamente principios igualitarios y a la vez poseen sesgos implícitos. A nivel grupal, los autores defienden adoptar la estrategia de la recategorización, consiste en inducir a miembros de grupos diferentes a imaginar que forman parte de un único grupo y no de grupos separados (PELICULA INVICTUS).
Racismo MODERNO
se basa en percibir que los valores de la ética protestante están en peligro. Este tipo de racismo está caracterizado por:
  • la defensa de los valores tradicionales de la ética protestante.
  • La creencia de que los afroamericanos (u otros grupos minoritarios) no respetan estos valores y se aprovechan de la “discriminación positiva”.
  • La existencia de un afecto negativo difuso hacia los miembros de los grupos minoritarios, como consecuencias de largos años de racismo institucional.
Los racistas modernos se caracterizan por:
  • no considerarse racistas, ya que sus creencias son hechos objetivos.
  • Identificar el racismo con las características del prejuicio tradicional
  • considerar que en la actualidad no existe discriminación hacia los grupos minoritarios
  • creer que las demandas de estos grupos son excesivas y que se les da más de lo que se merecen.
El racista moderno otorga una importancia fundamental a la transgresión de los valores anglosajones, es decir, que determinadas políticas a favor de los grupos minoritarios puedan limitar su libertad de elección.
Racismo ambivalente
el concepto de racismo ambivalente insiste en el conflicto emocional que experimentan los estadounidenses blancos al mantener dos actitudes contradictorias fuertemente arraigadas en la sociedad americana. Los racistas ambivalentes experimentan un conflicto emocional entre sentimientos positivos y negativos hacia grupos raciales estigmatizados.
Dicha ambivalencia puede provocar una amenaza a la autoestima, ya que entran en contradicción el autoconcepto de personas igualitarias y humanitarias con los sentimientos negativos experimentados hacia las minorías por no respetar los principios individualistas. Según estos autores, la ambivalencia produce inestabilidad conductual: las respuestas del individuo serán positivas o negativas dependiendo de que la actitud que se active en una situación determinadas sea favorable o desfavorable. Pero además, los racistas ambivalentes exagerarán sus respuestas, esto es, darán respuestas extremas, con el fin de proteger su autoestima.
Modelo de disociación
también recurre al conflicto para explicar la paradoja del prejuicio. Desde este modelo se atribuye el conflicto al desajuste entre las respuestas basadas en estereotipo y las basadas en las creencias personales.
Para Devine, los estereotipos constituyen una forma de conocimiento procedente de la cultura y fuertemente establecida en el individuo desde su más temprana historia de socialización a través de una activación muy fuerte. Por esta razón, los estereotipos pueden activarse de forma automática por la presencia de indicios ambientales relevantes sin necesidad de atención consciente por parte del individuo. Según Devine, las creencias personales son estructuras más recientes y, por tanto, menos accesibles que los estereotipos y requieren de un procesamiento controlado para su activación; es decir, las personas necesitan tiempo y esfuerzo cognitivo para poder acceder a ellas. Devine considera que algunas personas experimentan un conflicto entre sus creencias personales no prejuiciosas y sus respuestas prejuiciosas reales. El conflicto se produce porque las personas no tienen ni el tiempo necesario ni la capacidad cognitiva suficiente par inhibir la activación del estereotipo que se produce de forma automática. Sin embargo, si permitimos a las personas disponer del tiempo y la atención suficientes para acceder a sus creencias personales, sí observaremos diferencia, porque en la personas prejuiciosas hay una coincidencia entre estereotipo y creencias personales, pero no ocurre así en las no prejuiciosas.
Modelo de prejuicio manifiesto y sutil
El primero se corresponde con el prejuicio antiguo o tradicional, y se caracteriza por el rechazo abierto al exogrupo y la percepción de amenaza a los recursos del endogrupo, así como por el rechazo al contacto y a las relaciones interpersonales íntimas o cercanas (intimidad) con el exogrupo. Al igual que el racismo moderno, el prejuicio sutil también se basa, en parte, en una defensa de los valores tradicionales, junto con la percepción de que el exogrupo minoritario no los respeta y está recibiendo favores inmerecidos. Pero además, el racista sutil tiene una percepción exagerada de las diferencias culturales entre el endogrupo mayoritario y el exogrupo minoritario. Esto le permite justificar la situación de inferioridad social del exogrupo, porque percibe una inferioridad cultural en lugar de genética. Por último, el racista sutil evita expresar emociones abiertamente hostiles hacia grupos minoritarios, porque sería socialmente indeseable, pero al mismo tiempo tampoco experimenta emociones positivas hacia ese grupo.









EL PREJUICIO SEXISTA
La Ley Orgánica de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género entró en vigor en Junio de 2005. su objetivo es: “Actuar contra la violencia que, como manifestación de la discriminación, la situación de desigualdad y las relaciones de poder de los hombres sobre las mujeres, se ejerce sobre éstas por parte de quienes sean o hayan sido sus cónyuges, o de quienes estén o hayan estado ligados a ellas por relaciones similares de afectividad, aun sin convivencia”.
El sexismo es una actitud basada en una creencia sobre la supuesta inferioridad de las mujeres como grupo. La atención que se comenzó a dedicar al estatus de las mujeres en la década de los 70 inspiró el desarrollo de un instrumento de medida para evaluar las actitudes hacia los roles de género. Se trata de la Escala de Actitudes hacia las Mujeres (AWS).
Centrándonos en instrumentos más recientes que miden el sexismo, cabe destacar la Escala de Ideología de Género, desarrollada en nuestro país con objeto de medir la orientación tradicional y la igualitaria sobre ideología de Género (o sexismo).
Teoría de sexismo ambivalente
Las relaciones entre hombres y mujeres se encuentran caracterizadas por la dependencia entre los miembros de ambas categorías. Esta coexistencia de dependencia e independencia ocasiona que las relaciones entre sexos sean diferentes al resto de relaciones intergrupales.
Este planteamiento defiende la coexistencia de dos tipos de sexismo: hostil y benevolente. El hostil caracteriza a las mujeres como un grupo subordinado y legitima el control social que ejercen los hombres. El benevolente idealiza a las mujeres como esposas, madres y objetos románticos, presuponiendo también la inferioridad de las mujeres, al considerar que necesitan de un hombre para que las cuide y proteja. Ideologías de género hostiles y benevolentes que subyacen a estas dos formas de sexismo.
  1. El patriarcado, o poder estructural masculino. La manifestación ideológica del patriarcado es el paternalismo, es decir, la justificación de la dominación masculina. Esta justificación tiene un lado hostil (el paternalismo dominante) y un lado benévolo (el paternalismo protector).
  • El paternalismo dominante consiste en la creencia de que los hombres deberían tener más poder que las mujeres. Como consecuencia, los hombres experimentan temor por el hecho de que las mujeres puedan usurparles el poder.
  • El paternalismo protector hace referencia a la percepción de que los hombres deben proteger y mantener a las mujeres que dependen de ellos.
  1. La diferenciación existente entre hombres y mujeres. Tiene un componente hostil (diferenciación de género competitiva) y otro benévolo (complementaria).
  • Competitiva: consiste en la creencia subyacente de que, como grupo, las mujeres son inferiores a los hombres en dimensiones relacionadas con la competencia.
  • Complementaria: se basa en que los roles convencionales de las mujeres complementan y cooperan con los de los hombres. Así, el trabajo de las mujeres en la casa les permite a los hombres concentrarse en sus carreras. Esta complementariedad lleva a la creencia de que las mujeres son el “mejor sexo”, pero sólo en los roles convencionales de su género, en los de menor estatus.
  1. La heterosexualidad
  • hostil: incluye la creencia de que las mujeres son “peligrosas y manipuladoras” para los hombres.
  • Intimidad: está basada en la complementariedad y cooperación entre hombres y mujeres, aspectos que conducen a una mayor intimidad con el otro sexo.
Estas creencias ambivalentes han existido desde hace mucho tiempo, independientemente del momento y el lugar.
La ambivalencia se resuelve de dos modos. En primer lugar, dividiendo el objeto de actitud en múltiples objetos de actitud a los que evalúan de modo diferente. Así, los sentimientos ambivalentes se resuelven dirigiendo afecto positivo y negativo hacia diferentes tipos de mujeres. El problema que genera esta opción es que no todas las mujeres encajan fácilmente en estas categorías.
La segunda estrategia utilizada por los sexistas para resolver las actitudes conflictivas hacia las mujeres se pone en marcha cuando consideran un tipo específico de mujer. En este caso, distinguen entre diferentes dimensiones de evaluación (competencia vs. Sociabilidad). Así, los sexistas evalúan negativamente a las mujeres no tradicionales o poderosas, pero a la vez las respetan por ser competentes. Y, a la inversa, a las mujeres tradicionales o subordinadas las evalúan con afecto, pero las perciben incompetentes. Sin embargo, como no se interactúa con estereotipos, sino con mujeres concretas que pueden combinar características de diferentes categorías, lo más probable es que los hombres sexistas experimenten sentimientos ambivalentes hacia mujeres en particular, especialmente hacia aquellas con las que mantienen una vinculación afectiva.

No hay comentarios:

Publicar un comentario